La Comisión Europea investigará el supuesto cartel de los fabricantes de coches alemanes, según han confirmado fuentes de Bruselas. Marcas como Volkswagen, Audi, Porsche, BMW y Daimler AG, habrían mantenido durante más de dos décadas reuniones secretas destinadas a burlar las leyes de la competencia. El cartel se puso de acuerdo en materias tan sensibles como las tecnologías, los costes, los suministradores y en la purificación de los gases contaminantes de los coches diésel.
De acuerdo con un documento remitido por Volskwagen, más de 200 técnicos de las cinco marcas, divididos en 60 grupos de trabajo, sostuvieron reuniones secretas para consensuar la elección de suministradores, temas técnicos como la tecnología que debía usarse en los techos de los coches descapotables o el tamaño de los tanques para Adblue, un producto que se utiliza para reducir las emisiones de óxido de nitrógeno.
Los motivos de la investigación
Respecto a Adblue, los técnicos llegaron a la conclusión de que un tanque grande podría elevar los costes y acordaron poner tanques más pequeños pese a que una menor cantidad de Adblue no era suficiente para eliminar los gases contaminantes.
BMW ha asegurado que sus coches no eran manipulados y que cumplían con todos los requisitos legales. Si bien la empresa tampoco desmintió la existencia del cartel. “Nuestra tecnología difiere significativamente de otras en el mercado y las conversaciones con otros fabricantes sobre el Adblue tenían como objetivo la instalación de la necesaria infraestructura para los depósitos en Europa”, afirma BMW.
Las conversaciones sobre los tanques de Adblue podrían haber sentado las bases para el Dieselgate que estalló en septiembre de 2015 y que afectó a once millones de coches vendidos por Volkswagen (800.000 en Estados Unidos), y que ya le ha costado al grupo el pago de más de 20.000 millones de euros en Estados Unidos.