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La subida de impuestos que gravan los impuestos de compra y uso de coches diésel está a la vuelta de la esquina y va a consistir en los siguientes puntos. Y es que la UE está animando a España a que utilice la fiscalidad para incentivar esa lucha contra la polución pero no le dice cómo debe ser ese gravamen por lo que deja en sus manos el cómo hacerlo.
De este modo, nos encontramos con diferentes modos de lograrlo. Por un lado está la opción de igualar el precio del gasoil con el de la gasolina. Hasta hace unos años la gente compraba más diésel por la diferencia de precio al repostar de ambos carburantes. Pues bien, ahora una de las posibilidades es subir los impuestos que gravan el precio del gasóleo, de tal modo que en unos cuatro años el diésel cueste lo mismo que la gasolina.
Otra de las posibilidades es subir el impuesto de matriculación y el de circulación. Y es que esta es otra de las grandes diferencias entre adquirir un coche diésel y un gasolina. Hay que tener en cuenta que este impuesto se aplica en función de las emisiones de CO2 y de ahí que en 2016 hasta un 76% de los coches matriculados quedaron exentos de tener que efectuar el pago de este impuesto.
Por su parte, hay que recordar que el impuesto de circulación depende de los ayuntamientos y ello determinan qué cantidad debe pagar cada propietario, algo que habitualmente se define en base a la potencia del coche. Este impuesto presenta diferencias cuantiosas entre ciudades como pueden alcanzar los 50 euros.
Así pues las propuestas pasan por eliminar el impuesto de matriculación y reorientar el de circulación para que esto se dé en base a las emisiones y no tanto a la cilindrada y la potencia del coche.
